DEFECTOS QUE SE VEN ELLOS MISMOS
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El ideal que tienen forjado chicos y chicas acerca de cómo les gustaria ser no suele coincidir con su realidad, de la que desearían corregir algún aspecto, según a sus modelos de identificación preferidos. A ello hay que añadir los estereotipos de apariencia femenina y masculina. |
Las chicas pueden llegar a sufrir por ser demasiado altas, ya que la estatura elevada se considera un rasgo masculino; los chicos no gustan de la piel demasiado suave, cualidad eminentemente femenina. El miedo a "ser feo" puede mantenerse oscilando dentro de los límites que en este capítulo acabamos de describir, que son propios de las habituales crisis de la adolescencia, o bien socavar la percepción de la realidad misma, restringiendo en campo de la conciencia hasta límites rayanos con la enfermedad. La fobia de la deformidad física o dismorfofobia es un cuadro clínico que dista mucho de ser infrecuente, y describe al sujeto físicamente normal que sufre la convicción obsesiva de tener una parte o todo el cuerpo deformes, percepción errónea que los demás no le confirmar, pero de la que él no puede librarse. Imperfecciones minúsculas asumen en éstos casos una importancia tal que el sujeto tratará de eliminarlas a toda costa , sirviendose de productos de belleza, arreglos más o menos aparatosos, vestidos, o recurriendo incluso a la cirugia estética. Es necesario aquí hablar de ello, puesto que las preocupaciones físicas del adolescente, cuando se convierten en auténticas obsesiones, hacen a menudo válido el dicho de que es peor el remedio que la enfermedad: muchas muchachas aterrorizadas por un poco de pelusilla en el labio superior o en las mejillas, después de haber intentado eliminarlas con métodos poco eficaces, se han encontrado con el mismo defecto abundantemente aumentado, lo que no hace más que agrabar sus irracionales temores de masculinización. |
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