DESARROLLO DEL PENSAMIENTO
Alrededor de los diez años, que es la edad en la que de un modo genérico pueden observarse muchos de estos fenómenos, el niño posee ya la perspectiva suficiente para comtemplar el mundo de los adultos, evaluarlo y a veces criticarlo. La comunicación, la gente y los asuntos sociales despiertan su interés, y discute gustosamente sobre problemas sociales, delincuencia, el valor del dinero, son temas sobre los que el niño va a forjarse desde este momento actitudes nuevas y prejuicios en cierto modo inevitables.
Las ideas de autoridad, de orden, de ley se elaboran en profundidad y las relaciones de su propio mundo con la ley varian sustancialmente. Es tarea de padres y maestros ayudar al niño a identificarse con el mundo de los adultos, con sus leyes generales, de manera que ni se sienta demasiado inhibido ni se despierten en él sentimientos de rechazo o rebeldia radicales. En este momento, el niño está ansioso por cumplir y recibir la aprobación del adulto, y a menudo emprenderá más tareas de las que le será posible realizar, e incluso algunas sin evaluar correctamente sus fuerzas. Esto puede conducirle a numerosos fracasos en diversos ámbitos. Es preciso ayudarle a desarrollar actitudes responsables sin castigarlo con dureza cuando se comporte con irresponsabilidad, brindándole confianza y oportunidades para decidir y actuar por sí mismo, para luego elogiarlo y estimularlo por los éxitos conseguidos. Es durante los años inmediatamente anteriores a la pubertad cuando el niño empieza a desarrollar seriamente su pensamiento abstracto, y los adultos deben ayudarle a conocer las normas y valores sociales, y por qué creen en ellos dejando que sea él quien elabore sus propias nociones sobre el bien y el mal.En éste momento el niño está aprendiendo, formandose. Durante la adolescencia, deberá luchar para elegir sus propios valores y comenzar a vivir según ellos. Es más probable que lleve a cabo una elección sana, racionalmente responsable, si durante la infancia ha tenido una orientación crítica y unas pautas de identificación suficientes para integrarse en su futuro papel de adulto.