IDENTIFICACION Y EXPECTATIVAS
Puede decirse que el niño tiende a querer evolucinar con los cambios producidos, por lo que renuncian de forma voluntaria a su mundo infantil vivido hasta ahora, cuando por fin atraviesan y resuelven su Complejo de Edipo. Antes, sus vidas estaban encaminadas a continuar siendo niños, pues era con ese papel con el que conseguían establecer los imprescindibles lazos amorosos con sus padres y mantener un intercambio de palcer que les permitía desarrollarse con normalidad. A partir del advenimiento y la posterior resolución del complejo de Edipo, que en otros lugares de esta obra hemos comentado con detalle, el niño empieza a adquirir unas expectativas distintas.
Tanto el niño como la niña, tras el paso por el Edipo, llegan al término de sus años infantiles. No se identifican ya con su papel de objetos del deseo de sus padres, saben que no van a conseguir mantener en esos lazos amorosos la satisfacción de sus pulsiones; empiezan entonces a comprender todo el significado de la palabre < crecer>, y desarrollan nuevas y más firmes expectativas sobre <ser grande> o <ser adulto>. La curiosidad y la prisa por ser <como papá> o <como mamá> se establecen con prontitud: se inicia el proceso de las identificaciones, que promueve el interés por el aprendizaje de los asuntos del mundo de los adultos y de sus leyes. El deseo del niño está situado en ser él también, algún día, un adulto.