IMPOSIBLE MADUREZ
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Se lamentaba en cierta ocasión un hombre, contemporáneo de cualquier época, de nopoder enviar más besos por correo a una pequeña, amiga suya, por que el paquete era tan pesado, que resultaba muy caro. El honmbre se llamaba Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas, pero ¿Que hombre y que mujer corrientes no han mandado besos, abrazos,peticiones lamentos o duelos por tarjeta postal, carta aérea o billete entregado en mano ¿ Quién acostumbra a caer en la cuenta de lo que pesan las emisiones remitidas? Nadie -podría responderse- que tenga por acabada la etapa infantil de su vida. Y, sin embargo éste acto tan cotidiano de hacer sabe a los demás nuestros sentimientos hacia ellos con la recobrada espontaneidad de la infancia, trasluce la pervivencia de una parte no clausurada de nuestro ser. |
A la dura realidad de un cartero que nos exige respetar las reglas de la madurez ("Procure no recibir más cartas como ésta"), el hombre llamado Carroll promete, alegremente desesperado cual un niño, escribir muy poco(" Sólo dos mil cuatrocientas setenta cartas"), poética renuncia a crecer ante la desmesura del guardián de la madurez (" Creo que me timan.Siempre me hace pagar dos libras, cuando deberían ser dos peniques "). Para el niño, "hacerse mayor" significa ingresar en un mundo que suprime traumáticamente la infancia en aras de una madurez que se revela ficticia : nadie consigue ser alguna vez suficientemente maduro, y todo niño, cuando alcanza asumir los distintos estadios de su crecimiento y la integración de las fases precedentes, es un ser que "madura". |